8 de abril de 2013

Andrea Camilleri: La danza de la gaviota


Cada nueva novela de Camilleri protagonizada por el comisario Montalbano es un auténtico acontecimiento que este blog recibe con satisfacción. Tras La edad de la duda nos llega ahora La danza de la gaviota (La danza del gabbiano, 2009).
En la comisaría de Vigàta no hay mucho trabajo. Salvo y Silvia, que no se han visto en tres meses, hacen planes para pasar unos días juntos visitando algunos pueblos sicilianos; pero, como siempre, sus vacaciones se arruinarán. Esta vez debido a una inquietante noticia: Giuseppe Fazio, el fiel subordinado del comisario, ha desaparecido. Montalbano, muy preocupado, se sumerge tan a fondo en la investigación que se olvida totalmente de su novia, que, tras olvidar su propósito inicial de abofetearlo en público, regresa, inesperadamente comprensiva, a su casa.
El título de la novela hace referencia a una gaviota que el comisario ve morir en la playa frente a su casa de Marinella. El intrascendente suceso obsesiona a Montalbano, que lo considera el presagio de una desgracia inminente que, en efecto, no tarda en cumplirse. La desaparición del inspector Fazio destapa un caso de corrupción política con conexiones internacionales,  participación de la mafia y un sangriento rastro de cadáveres.
La danza de la gaviota es una novela con momentos realmente divertidos. En uno de ellos, muy cervantino, Montalbano teme encontrarse con el rodaje de la serie de televisión que lleva su nombre. No le apetece ver al actor que lo interpreta. No entiende que hayan elegido a uno que, además de no parecérsele, está completamente calvo cuando él tiene pelo “para dar y vender”.
Además del humor habitual, volvemos a encontrar a un Camilleri muy crítico con la situación de su país. Una muestra: “Montalbano decidió que había que modificar el artículo 1 de la Constitución en los siguientes términos: Italia es una República basada en la venta de droga, el retraso sistemático y el parloteo vano.”
Camilleri y Montalbano, siempre una apuesta segura.
Andrea Camilleri: La danza de la gaviota, Ediciones Salamandra, 2013.

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Andrea Camilleri: La edad de la duda


Confieso mi devoción por las novelas protagonizadas por el comisario Salvo Montalbano. Las he leído con avidez desde la primera a la última. Ninguna me ha defraudado. Andrea Camilleri ha conseguido algo extraordinariamente difícil: dotar a su personaje de una humanidad matizada de contradicciones, dudas, grandezas y miserias con la que resulta bien fácil identificarse.
Además, su prosa, con difícil y admirable frescura, supera las coordenadas sicilianas para retratar la diversidad individual y social de nuestro mundo. En sus novelas hay mucha crítica, mucha parodia, mucho humor, mucha inteligencia… Y, por encima de todo ello, una mirada comprensiva con las debilidades humanas como origen de todos los conflictos posibles.
La edad de la duda (L´età del dubbio, 2008) es la última novela de Moltalbano traducida al español. Un cadáver es hallado en el mar por la tripulación de un barco de lujo. El comisario, que tiene ya cincuenta y ocho años, se enfrenta a un enrevesado caso de repercusiones internacionales y, sobre todo, a su propia crisis existencial. Durante décadas Montalbano ha sido fiel a Livia, su sempiterna novia, a pesar de haber compartido noches y lecho con Ingrid, ¡Virgen santa, qué mujer!, su escultural amiga sueca.
En los últimos años (Ardores de agosto y La pista de arena) esa férrea fidelidad ha sido puesta a prueba y quebrada por peligrosas y atractivas mujeres. Ahora quien le hace perder la cabeza y el pulso de la investigación es la bellísima teniente Laura Belladonna. “En el fondo, le daba vergüenza. No le parecía serio en un hombre de su edad. Pero no podía remediarlo.” Su otro yo, con el que acostumbra a dialogar, lo humilla recordándole que se trata de una estupidez consecuencia de la vejez. Montalbano, a quien comer un sándwich le parece un horror, encuentra consuelo en la trattoria de Enzo. Unos salmonetes, unos espagueti con sepia, buen vino, un paseo por el muelle para hacer la digestión… y la vida vuelve a sonreír.
Sabemos que la última aventura de Montalbano tiene nombre: Riccardino. Camilleri ya la ha escrito y entregado a su editor para que sea publicada tras su muerte. Que el futuro depare salud a Camilleri y a nosotros la oportunidad de leer muchas más novelas de Montalbano antes de su despedida.

Andrea Camilleri: La edad de la duda, Ediciones Salamandra, 2012.


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29 de mayo de 2012

Andrea Camilleri: La muerte de Amalia Sacerdote


Andrea Camilleri obtuvo en 2008 el II Premio Internacional de Novela Negra RBA con La muerte de Amalia Sacerdote.
En el prólogo, Camilleri reconoce que se inspiró en un hecho real: el crimen de Garlasco. En ese pueblo del norte de Italia una joven fue asesinada en su casa. Se detuvo como sospechoso al novio. Tras ello, se inició un largo proceso judicial ampliamente seguido por los medios de comunicación.
En la ficción literaria Amalia Sacerdote, una estudiante de Derecho de veintitrés años, hija del secretario en jefe de la Asamblea de Sicilia, es asesinada. Su ex novio, Manlio Caputo, hijo de un diputado de izquierdas, es procesado por homicidio.
Camilleri sitúa el punto de vista narrativo en la figura de Michele Caruso, director de los informativos regionales de la RAI, que desde el primer momento recibe presiones de todo tipo para que manipule la información. Ante los tejemajes de los corruptos políticos, policías, jueces, banqueros y periodistas que intentan salvaguardar sus intereses, Caruso cínicamente pretende salir sin una sola mancha de tan turbio asunto, solo preocupado por enderezar su maltrecha vida sentimental.
Cuando presentaba La muerte de Amalia Sacerdote, Camilleri afirmaba estar harto de su famoso personaje Salvo Montalbano. A pesar de ello, hay un curioso guiño literario. Uno de los personajes le dice a otro: “tampoco te pongas a hacer de comisario Montalbano.” En efecto, esa parece ser la consigna colectiva. Nadie tiene que aclarar lo sucedido. Con su final abierto, el autor está invitando al lector a que formule sus propias conclusiones.
Escribe Andrea Camilleri: “Hoy no hay delito en nuestro país que no se convierta en un entretenimiento.” ¿Te suena a algo? Qué grandes novelas escribiría Andrea Camilleri inspirándose en el actual contexto (político, judicial, bancario, periodístico…) español.

Andrea Camilleri: La muerte de Amalia Sacerdote, RBA, Serie Negra.

10 de marzo de 2012

Liebster Blog

Mi colega y amigo Ariel, brillante e infatigable bloguero, autor de Los sueños y Con la luna, me honra desde México con un Liebster Blog Award que acepto encantado.

Me informo sobre el tema y encuentro que estos premios pretenden el reconocimiento y difusión de blogs que pasan desapercibidos a pesar de su interés y calidad. Estas son las bases para participar:

1. Copiar y pegar el premio en tu blog y enlazarlo al que te lo concedió.
2. Señalar tus blogs preferidos (entre tres y cinco), es decir, aquellos que serán galardonados según tu criterio. Estos blogs deberán contar con menos de 200 seguidores y deberás dejar en cada uno de ellos un comentario informando de la concesión del citado premio. 
3. Esperar a que cada una de las bitácoras decida continuar con la cadena y elija a sus cinco blogs favoritos. Nadie está obligado a aceptar el premio, ni mucho menos a continuar con la cadena.

Y estos son los elegidos por Microscopio del Dr. Winter:

Página Siete
Blog hermano en el que mi amiga Pilar nos regala conciencia solidaria, sensibilidad y sabiduría.
Cruce de cables
Uno de mis primeros referentes blogueros. Con José Andrés comparto aficiones y mucha complicidad.
La canción de Tristán
Magistral y enciclopédico blog sobre cómic.
Viajes desde mi sillón
Ismael nos transmite su pasión por la lectura y los viajes. Profesión, batallas y mucha literatura compartidas.
La vida y los libros. Un blog en el que me veo reflejado.

Mucha literatura en estos blogs. Salud a todos.


21 de enero de 2012

El topo, la película de Tomas Alfredson

La adaptación cinematográfica de la novela El topo que firma Tomas Alfredson es, en su conjunto, una más que correcta película en la que destacan poderosamente la solidez interpretativa de sus principales actores y, sobre todo, la ambientación tétrica y taciturna de los años de la guerra fría conseguida por la dirección artística de Maria Djurkovic. 
Cualquiera que conozca la magnífica novela de John Le Carré entiende el gran reto que significa resumir su denso laberinto argumental en dos horas de imágenes. Como inevitable referente recordemos que la estupenda adaptación para la televisión de El topo que realizó en 1979 la BBC dura unas siete horas. La dificultad, por tanto, es evidente. Tomas Alfredson y sus guionistas han optado por aligerar la trama, lo cual es lógico, pero en su intento han provocado incoherencias argumentales y, de paso, han mutilado las aristas psicológicas y vitales de los principales personajes. Ese es, en mi opinión, el gran error que provoca la incomprensión en aquellos espectadores que desconocían la historia de Calderero, sastre, soldado, espía.
Un ejemplo al respecto. La profundidad de la relación entre Jim Prideaux y Bill Haydon se difumina hasta quedar reducida a una aparente atracción homosexual con lo que se pierde por el camino el verdadero alcance de la traición. Otro: George Smiley conoce la infidelidad de Anna cuando observa cómo se deja meter mano frívolamente durante una fiesta de fin de año.
Por todo ello, acabada la película, en el momento en que se encienden las luces de la sala, comienzan los créditos y (horror) escuchamos a Julio Iglesias cantar La mer, oímos a nuestros vecinos de butaca decir que no han entendido nada.
Pero, más allá del riesgo que supone condensar la compleja trama, lo que de verdad chirría son esas gratuitas licencias de cine de autor que no aportan nada a la película y que convierten a Peter Guillam en homosexual o a George Smiley en un arribista que estalla de satisfacción cuando alcanza la dirección del Circus. En ese momento final de la película (sí, cuando está a punto de sonar la voz de Julio Iglesias) la personalidad del protagonista queda totalmente desvirtuada. Porque ya sabemos que George Smiley prefiere a sus poetas alemanes antes que la vanidad del poder.
En definitiva, una interesante, recomendable, película que deleitará principalmente a los que ya conozcan las novelas de John Le Carré que componen la serie Smiley.
Y por último, duda resuelta. O mejor, intuición confirmada. Gary Oldman no nos hace olvidar en ningún momento al magistral Alec Guinness.

6 de diciembre de 2011

El topo, serie de la BBC

La reciente película de Tomas Alfredson nos ha hecho recordar la estupenda serie de televisión El topo, nombre con el que conocimos en España Tinker, Tailor, Soldier, Spy, la adaptación de la novela de John Le Carré que en 1979 realizó la BBC.
A pesar de algún cambio en la localizaciones geográficas y en la cronología, la serie destaca por su fidelidad a la obra original (hay diálogos que se respetan textualmente), pero sin duda el mayor acierto radica en la extraordinaria interpretación de Alec Guinness en su papel protagonista. Se dice que John Le Carré quedó tan impresionado por el trabajo del actor que incluso modificó alguno de los rasgos de su célebre personaje para la novela La gente de Smiley.

Seguro que Gary Oldman, Smiley en la nueva película, nos hace elogiar aun más la interpretación de Alec Guinness.

Episodio 1. De vuelta al Circus. 

Tras un breve prólogo que junta a Alleline, Hydon, Bland y Esterhase en los momentos previos a una reunión de trabajo, el episodio comienza con los preparativos de la Operación Testimonio. Control recibe en secreto a Jim Prideaux para encargarle una misión en Checoslovaquia. Allí un general le revelará la identidad de Gerald, el topo que Moscú ha infiltrado en los servicios de inteligencia británicos. Control pone nombre en clave a los sospechosos. Percy Alleline es Calderero; Bill Haydon, Sastre; Roy Bland, Soldado; Toby Esterhase, Pobre; George Smiley, Mendigo.

Una vez en Checoslovaquia, Jim Prideaux cae en una trampa y la Operación Testimonio acaba en un total fracaso.

Tras un salto temporal Peter Guillam visita a George Smiley, obligado a retirarse tras el fiasco de Testimonio y la muerte de Control, para que lo acompañe a casa de Oliver Lacon, asesor superior de información y espionaje. Allí Ricki Tarr tiene algo importante que contarles.

Episodio 2. Tarr cuenta su historia.
En el caserón de Lacon, Ricki Tarr, un agente a las órdenes de Guillam, cuenta su historia a Smiley. Meses antes, en una misión en Lisboa (en la novela, en Hong Kong) Tarr recibió el encargo de espiar a un supuesto agente ruso. Casualmente conoció a Irina, su esposa y también agente soviética, con la que acaba teniendo una relación. Irina relata a Tarr cómo en Moscú se enamoró de un conductor de la embajada rusa en Londres que le habló sobre la mayor operación de Karla: un alto funcionario de los servicios secretos británicos trabaja para él. Irina pide protección de Londres a cambio de su secreto, pero sus contactos con Tarr son descubiertos y es eliminada.
Tras escuchar la historia de Tarr, Lacon plantea a George Smiley la pregunta esencial: ¿quién espía a los espías? Tras ello, le pide que deje su retiro, limpie los establos y averigüe la identidad de Gerald, el topo de Karla.

Episodio 3. Smiley sigue la pista al topo.

Smiley instala en el discreto Hotel Islay su centro de operaciones. Envía a Guillam a “robar” documentos del Circus mientras él visita en Oxford a Connie Sachs, ex directora de investigación, que a pesar de estar también retirada conserva su prodigiosa memoria. Según Connei, Aleksey Aleksandrovich Polyakov, agregado cultural de la embajada soviética en Londres, es el probable contacto del  topo inglés.

Episodio 4. ¿Cómo encaja todo?
Guillam continúa su búsqueda de información sobre la operación Testimonio en el Circus. Allí es interrogado por Alleline, pero lo más interesante del episodio es el relato de Smiley sobre cómo había conocido años antes a Karla, arrestado en una cárcel de Delhi. 

Un sudoroso Smiley ofrece a Karla, que había caído en desgracia y cuya vida peligraba si volvía a Moscú, acogida en occidente. En la entrevista Karla sin pronunciar una sola palabra rechaza la oferta y se queda con el encendedor de George Smiley, regalo de Anna. El encendedor se convierte en un símbolo recurrente de la lucha entre ambos.


Episodio 5. Calderero, Sastre.
Smiley se entrevista con Sam Collins, oficial de guardia en el Circus la noche en que Jim Prideaux fue tiroteado durante el desarrollo de la operación Testimonio. A continuación, visita al propio Prideaux en la escuela donde trabaja para que le cuente su versión de lo sucedido.

Episodio 6. Smiley tiende una trampa. 
Toby Esterhase es el primero de los sospechosos entrevistado por Smiley. Esterhase confiesa la dirección donde se celebran las entrevistas con Polyakov. En 5 Lock Gardens, en Camden Town, Smiley tenderá la trampa para desenmascarar al topo. Provocará una falsa situación de alarma para que el topo Gerald solicite una reunión de urgencia con Polyakov en la casa.

Episodio 7. Haciendo salir al topo.
A la casa de reuniones secretas de Camden Town acuden Polyakov y Gerald. El topo ha caído en la trampa de Smiley, pero Jim Prideaux no ha olvidado su venganza.

Dirección: John Irvin
Guon: Arthur Hopcraft
Música: Geoffrey Burgon
Intérpretes: Alec Guinness, Patrick Stewart, Sian Philips, Ian Richardson, Bernard Hepton, Hywel Bennett, Beryl Reid

22 de noviembre de 2011

John Le Carré: El topo (Calderero, Sastre, Soldado, Espía)

Una reciente adaptación cinematográfica nos ha devuelto a la memoria El topo (Tinker, Tailor, Soldier, Spy), la excelente novela de John Le Carré publicada en 1974.
David John Moore Cornwell (1931), más conocido como John Le Carré, se especializó en una primera etapa como autor de novelas de espionaje. El amante ingenuo y sentimental, La chica del tambor, Un espía perfecto, La Casa Rusia... son algunos de sus títulos más famosos, aunque ninguno de ellos alcance la maestría de El topo.
En El topo, George Smiley, obligado a retirarse tras el fracaso de la Operación Testimonio en la que el agente Jim Prideux resultó tiroteado en Checoslovaquia, es llamado por Oliver Lacon "para limpiar la cuadra." Dicho de otro modo, para que averigüe quién es "Gerald", el responsable de los servicios secretos británicos que trabaja al servicio de Karla, el jefe del contraespionaje ruso.
El fallecido Control, el anterior jefe del Circus, había puesto nombre en clave a los agentes sospechosos. Percy Alleline es Tinker, Bill Haydon es Tailor, Roy Bland, Soldier y Toby Esterhase, Poorman. George Smiley, acompañado por el fiel Peter Guillam será el encargado de tender la trampa en la que caerá el topo.
El caso Philby (apellido del agente del servicio inglés que durante 30 años trabajó para la KGB) fue el punto de partida histórico de Le Carré para tejer la trama de esta novela.
Más allá de la apasionante trama, perfectamente ajustada, en El topo destaca la figura de su protagonista. George Smiley es el entrañable agente "gordo, engañado en el amor e impotente para el odio", el más raro de los tipos raros, el paciente Job que sufre las incontables infidelidades de su esposa Ann ("la únida ilusión de un hombre sin ilusiones"), el elegido a su pesar para disputar la insidiosa partida de ajedrez de la guerra fría contra Karla, su tenaz enemigo ruso.

Magnífica.

15 de agosto de 2011

1Q84


1Q84 se compone de tres libros y más de 1000 páginas. Tusquets Editores ha publicado los dos primeros libros en la edición española. Para enero de 2012 se anuncia la tercera parte.
Haruki Murakami nos ha dado pistas para entender esta ambiciosa novela. De entrada, como resulta evidente, el título remite directamente a 1984, la famosa ficción futurista de George Orwell. Ya conocemos todos algo de fonética japonesa: el número 9 y la letra q se pronuncian igual. Por otro lado, el papel de Gran Hermano se concreta aquí en el integrismo de siniestras y violentas sectas religiosas que aluden directamente a la secta Aum responsable del ataque con gas sarín en el metro de Tokio en 1995.En cuanto a su estructura, el autor ha dado a conocer que la novela sigue la forma de El clave bien temperado de Bach, obra en la que cada libro tiene 24 partes.
En cada uno de los 24 capítulos de cada una de las partes se alternan narradas en 3ª persona las historias de los protagonistas: Aomame (monitora de artes marciales y asesina por encargado de hombres maltratadores) y Tengo Kawana (profesor de matemáticas en una academia y aspirante a escritor). Ambos habían coincidido brevemente en el colegio cuando tenían diez años. En 1984, unos veinte años después, están a punto de volver a encontrarse en un mundo paralelo de dos lunas que discurre en 1Q84. O, en realidad, “no se trata de que ambos se desarrollen de forma paralela. El año 1984 ya no existe... Ahora mismo solo existe 1Q84.”
La novela contiene las constantes habituales de Murakami. Una prosa ágil y fácil, personajes solitarios con un pasado atormentado a sus espaldas, múltiples referencias musicales y literarias... Además, como en las películas de David Lynch, oculto tras la realidad cotidiana, un mundo ominoso, extraño y amenazante que nos vigila, pero que apenas llegamos a comprender. Es en este punto donde 1Q84 se puebla de elementos esotéricos: la crisálida del aire, la Little People, la mother, la daughter, perceivers, receivers, el pueblo de los gatos... Y es precisamente aquí donde el edificio narrativo se tambalea, se hace repetitivo y pierde interés. Algo totalmente inesperado porque Murakami nos tiene acostumbrados a resolver con maestría el reto que supone la complejidad de su universo literario. Como señalé a propósito de After Dark, tampoco encontramos en 1Q84 el lirismo de Sputnik, mi amor, ni la arriesgada magia de Kafka en la orilla, ni la profundidad de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, ni la redonda construcción de Tokio Blues.
Personalmente opino que en 1Q84, pese a sus indudables aciertos, pese a su impresionante éxito popular, el método Murakami no acaba de funcionar.

Haruki Murakami: 1Q84 (Libros 1 y 2), Tusquets Editores, 2011.

19 de julio de 2011

Contra Power Point

Rescato una noticia que me temo ha pasado desapercibida. Se ha creado en Suiza el Partido Anti-Power Point. Se trata de un partido, con voluntad de convertirse en movimiento mundial, que clama contra el conocido programa que genera una aburridas y poco inteligentes diapositivas que luego el conferenciante lee como si los asistentes no supieran hacerlo.

El asunto no es nuevo. Diversas voces universitarias se habían manifestado en contra del programa y Franck Frommer, un periodista francés, ha publicado El pensamiento PowerPoint: indagación sobre este programa que te vuelve estúpido.

Ya nos había advertido Umberto Eco hace muchos tiempo en su clásico Apocalípticos e integrados (1965) que el problema no son los medios, sino el uso que se hace de ellos. Recordamos la lección, pero lo cierto es que me reconozco como uno de los que piensan que Power Point es un programa que favorece el adocenamiento intelectual.

A  propósito de la mediocridad intelectual y de Umberto Eco, he leído hace un par de días que el autor italiano publicará una versión ligera, más fácil de entender, de su tan famosa como poco leída El nombre de la rosa. Malos tiempos para la inteligencia.

Pues nada, que ¿dónde hay que apuntarse al Partido Anti-Power Point? Quien lo averigüe que me avise.

29 de mayo de 2011

Thomas Pynchon: Vicio propio


Recordemos, para calibrar su importancia, que Thomas Pynchon (1937) es un novelista estadounidense que, aun estando vivo, aparece en los manuales de literatura universal y cuya obra se estudia en las universidades. Hasta la fecha es autor de siete novelas cuya dificultad formal se equipara a la de la prosa de James Joyce. Una de ellas, El arco iris de la gravedad (1973), es considerada por la crítica como una de las mejores novelas norteamericanas del siglo XX. A pesar de ello, fue rechazada para el Premio Pulitzer por "ilegible, sobreescrita y obscena." Cuando esa obra obtuvo el National Book Award, envió a recoger el premio a un payaso. Y es que su fobia a los medios de comunicación, a la promoción editorial y a los devaneos de la fama es similar a la de J. D. Salinger. No se conocen imágenes suyas desde hace décadas, y en sus libros, en vez de fotografía, aparece un rectángulo en blanco tachado por un aspa.

Para sorpresa de sus seguidores y de la crítica, Vicio propio (Inherent Vice, 2009), su última novela, adopta las estructuras de la novela negra; pero que nadie espere un relado estándar de detectives, policías y malhechores porque más bien parece que Pynchon pretenda dinamitar el género o, al menos, desteñirlo con su prolongada y ácida ironía.

La acción transcurre en Los Angeles de la psicodelia de finales de los años 60. Doc Sportello, el protagonista, es un detective hippy propietario y único empleado de la agencia LSD INVESTIGATIONS. Acostumbrado a partirse “el culo por tipos que, si alguna vez llegaban a pagarle algo, sería media onza de maría o puede que una breve sonrisa, tan prolongada como verdadera.”

Tras un año sin verla, recibe la visita de Shasta, su anterior novia, que le pide que busque a su desaparecido amante, millonario promotor inmobiliario. Fumando canuto tras canuto, intentando no perder el buen karma, acompañado por sus alucinados colegas, preguntando por aquí y por allá a una larga serie de personajes más o menos colgados, tocando las narices a los inevitables agentes del LAPD y del FBI, Doc inicia una investigación laberíntica con una decena de ramificaciones y con la permanente sensación de estar “haciendo el gilipollas”.

Vicio propio es una magistral recreación de la California hippy del haz el amor y no la guerra, de la época del gobernador Ronald Reagan, del presidente Nixon, de la guerra de Vietnam, de los asesinatos de Charles Manson, de la música surf...

Una novela sorprendente de magnífica prosa que tan pronto provoca la carcajada como el desconcierto, exigente con el lector, al que obliga a un esfuerzo mantenido por no perder la coherencia de la narración.

Thomas Pynchon: Vicio propio, Tusquets Editores, 2011.

3 de mayo de 2011

Tokio Blues (Norwegian wood)


En el inicio de la novela, mientras el avión desciende para aterrizar en el aeropuerto de Hamburgo, suena una versión de Norwegian Wood de los Beatles que conmociona a Toru Watanabe, el protagonista. Su memoria retrocede dieciocho años hasta recordar con nitidez un verde prado en el que paseaba con Naoko, para recobrar sentimientos que pensaba jamás volverían.

El ejercicio de recuperación del tiempo perdido que es Tokio Blues (Norwegian Wood) se difumina en la versión cinematográfica, centrada en el final de la adolescencia de los protagonistas. A pesar de esta importante diferencia estructural la película es fiel al espíritu de la novela y a su galería de personajes solitarios.

Veinticuatro años después de su publicación, y tras haberse negado una y otra vez, Haruki Murakami ha aceptado por fin que su novela sea adaptada al cine, e incluso ha colaborado en el guion. Quien ha conseguido realizar el proyecto, con indudable acierto, es el director franco-vietnamita Tran Anh Hung (El olor de la papaya verde, Cyclo, Pleno verano). El resultado es un película excelente, de dolorosa belleza, empapada de trágica melancolía, destinada a espíritus sensibles.

Especial mención merece la fotografía. Dominan los primerísimos planos que penetran en el alma de los protagonistas o las secuencias que reflejan una naturaleza que participa de las emociones de los personajes y que reproducen de manera sorprendentemente fiel las imágenes imaginadas al leer la novela. 

En cuanto a la banda sonora, destacan las composiciones de Jonny Greenwood, guitarrista de Radiohead, o los temas del rescatado grupo alemán Can.

Muy recomendable.


Título: Tokio Blues (Norwegian Wood)
Título original: Noruwei no mori
Dirección: Anh Hung Tran
País: Japón
Año: 2010
Fecha de estreno: 29/04/2011
Duración: 100 min.
Género: Drama, Romance
Reparto: Rinko Kikuchi, Ken'ichi Matsuyama, Kiko Mizuhara, Kengo Kora, Tetsuji Tamayama, Reika Kirishima, Eriko Hatsune
Guión: Anh Hung Tran
Web: www.norway-mori.com
Distribuidora: Vertigo Films
Productora: Toho Company, Fuji Television Network, Asmik Ace Entertainment


Jeff Buckley: Grace

1 de mayo de 2011

Philip Roth: Némesis


Tras las encontradas opiniones que suscitó La humillación (2009), la anterior novela de Philip Roth, Némesis (2010) ha sido recibida con muy elogiosas críticas y también, cómo no, alguna disidencia.

En Némesis la peste asola la ciudad; pero la acción no transcurre en Tebas, sino en Newark (Nueva Jersey) durante el sofocante verano de 1944. Una epidemia de poliomielitis se está cebando con los niños. El número de fallecidos crece alarmantemente y el pánico se extiende entre la población. Y con el miedo afloran los prejuicios, el odio y la ignorancia, ¿no es en definitiva todo lo mismo? Los transmisores de la enfermedad, se dice, son los judíos, o los italianos, o los helados, o el correo, o el dinero, o la leche, o las granjas de cerdos, o un disminuido mental que no se lava las manos. 

El héroe protagonista, a pesar de no haber conocido a sus padres y de, ironía, sus problemas de visión, poco tiene en común con Edipo. Se trata de Eugene Bucky Cantor, profesor de educación física que dirige una centro de verano para niños judíos. Joven frustrado y avergonzado por haber sido declarado no apto al día siguiente del ataque japonés a Pearl Harbor debido a su miopía cuando pretendió alistarse como soldado para defender a su país en la guerra. 

Dista mucho Bucky Cantor del héroe trágico clásico, a pesar de su corrección y de su admirable entrega como defensor en contra de la epidemia de los mejores niños del mundo (el inevitable patriotismo estadounidense). Entonces, ¿por qué sufre la némesis de los dioses? ¿En qué consiste su desmesura (la hybris de la tragedia griega)? ¿Quizá porque su cólera va dirigida “contra Dios, que creó los virus” y que se complace en matar y en lisiar niños? Víctima del destino, no acierta a comprender Cantor lo que ocurre porque en realidad no hay dioses, nos viene a decir Roth, como tampoco hay héroes. 
“Unas veces tienes suerte y otras no. Toda biografía está sujeta al azar y, empezando por la misma idea, el azar –la tiranía de la contingencia- lo es todo... El señor Cantor se refería al azar cuando censuraba aquello que él llamaba Dios.” (p.182)

En su desasosegante reflexión existencial sobre la enfermedad y la muerte se acerca Némesis a algunas de las más cercanas novelas de Roth (Elegía, El animal moribundo). Formalmente, avanza la narración de forma lineal y precisa hasta un brillante quiebro en la voz narrativa, recurso habitual en la prosa de Roth, que nos remite directamente a sus mejores novelas (Me casé con un comunista, La mancha humana o Sale el espectro).

Muy recomendable.

PHILIP ROTH: Némesis, Mondadori, Barcelona, 2011.

River Man

Nick Drake publicó en 1969 Five Leaves Left (Island Records). El disco incluía River Man, una auténtica maravilla.     




Está es la versión de River Man de Brad Mehldau, pieza habitual en sus conciertos. Brad Mehldau (piano) está acompañado por Larry Grenadier (contrabajo) y Jeff Ballard (batería).

23 de abril de 2011

Brad Mehldau: Live in Marciac

Live in Marciac es la última joya publicada por Brad Mehldau. Se trata de un doble CD y DVD (el primero de su carrera) que registra la actuación del pianista en el Marciac Jazz Festival (Francia) del año 2006.

La lista de temas incluye, como es habitual, composiciones del propio Mehldau con versiones de estándars y canciones pop.

01. Storm (Mehldau)
02. It’s All Right with Me (Cole Porter)
03. Secret Love (Fain/Webster)
04. Unrequited (Mehldau)
05. Resignation (Mehldau)
06. Trailer Park Ghost (Mehldau)
07. Goodbye Storyteller (for Fred Myrow) (Mehldau)
08. Exit Music (for a Film) (Radiohead)
09. Things Behind the Sun (Nick Drake)
10. Lithium (Kurt Cobain)
11. Lilac Wine (James Alan Shelton)
12. Martha My Dear (Lennon/McCartney)
13. My Favorite Things (Rodgers/Hammerstein)
14. Dat Dere (Bobby Timmons) (CD only
)