El 13 de diciembre de 1988 Chet Baker fue encontrado destrozado en la acera de la calle Prins Hendrikkade, en el centro de Ámsterdam. Había caído, o había sido arrojado (un ajuste de cuentas, según algunos), desde la tercera planta del hotel Prins Hendrik. En cualquier caso la droga acabó finalmente con su vida. En la habitación, entre las pocas pertenencias que dejó, su trompeta. Murió arruinado. Weber pagó su funeral en Nueva York.
El director del documental se encontraba acabando el montaje cuando murió el trompetista. En ese mismo momento la película adquirió la categoría de testamento vital de un músico que, según sus biógrafos, había dedicado su existencia a “tocar música, amar a las mujeres y chutarse”.
La mejor manera de conocer a tan fascinante y complicado músico y cantante, además de ver esta película, es leer sus memorias.
De vuelta a EEUU, en 1948 estudia música en El Camino Collage sin demasiado éxito porque nunca aprendió a leer las partituras, siempre tocó de oído. En esta época comenzó a actuar en clubs y conoció a Jimmy Rowles, pianista que le enseñó “la importancia de mantener la sencillez al tocar”, característica que le acompañaría siempre, tanto como trompetista como cantante.
Tras trabajar con Stan Getz, en 1952 se presentó a una audición en el Tiffany Club de Hollywood. Charlie Parker buscaba trompetista para una gira por California. Chet Baker tocó dos temas con el mítico saxofonista, que, rápidamente lo contrató. Según Baker, fue un éxito continuo. Las salas se llenaban hasta la bandera. Bird “los hacía felices, los hacía bailar, los divertía con sus ideas, con su corazón. El público lo amaba.” Para Baker, “era increíble estar en el escenario con Bird”, que siempre lo “trató como a un hijo”. Él, en correspondencia, lo llevaba en los descansos a comer tacos con salsa verde. "Se zampaba media docena. Le encantaban."
Charlie Parker, Harry Babison, Chet Baker, Helen Carr. Tiffany Club, Los Angeles, 1952. Foto de William Claxton
Cuando Bird vuelve a Nueva York, Chet formó con Gerry Mulligan, Chico Hamilton y Bob Whitlock la banda más legendaria del jazz de la Costa Oeste de EEUU. “La banda funcionó como un reloj desde el principio gracias a la dirección de Gerry.” Testimonio de ello es la recopilación The Best of The Gerry Mulligan Quartet With Chet Baker (Pacific Jazz), considerado entre los mejores discos de la historia del jazz, y que incluye el clásico My Funny Valentine.
En esta época, Baker y Mulligan tienen problemas con la policía a causa de la droga. Son detenidos y Mulligan, incluso, fija su residencia en prisión durante varios meses. Se deshace la banda.
A partir de este momento, sus memorias tienen poco de musical y mucho de relato policial. Baker reconocer estar totalmente enganchado. Es arrestado varias veces. Se somete a curas de desintoxicación. En 1959 tras pasar cuatro meses en prisión decide “largarse” a Europa, donde visita las cárceles y comisarías de Italia (15 meses de prisión), Alemania, Francia y Reino Unido. En Inglaterra conseguía la heroína y la cocaína en la farmacia con receta médica. “Me sentí de maravilla con aquel viejo sistema inglés de prescripciones facultativas”, afirma de manera socarrona.
Las memorias terminan en diciembre de 1963. Baker está en Barcelona. Tiene contrato en un club de jazz nuevo y sigue buscando médicos que le receten sus “medicinas”.
Chet Baker: Como si tuviera alas, Las memorias perdidas, Mondadori, 1999.
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