6 de septiembre de 2009

CHET BAKER / LET'S GET LOST

Chet Baker y Russ Freeman. Hollywood, 1954. Foto de William Claxton


El 18 de septiembre se estrena en España Let’s Get Lost, la película-documental de Bruce Weber sobre Chet Baker, una de las figuras del jazz más populares. Let’s Get Lost, crónica de los últimos tiempos de un envejecido Baker, está considerada una obra maestra en su género que en 1989 ganó el Premio de la Crítica en el Festival de Cine de Venecia y fue candidata al premio Óscar. 20 años después, tras ser recuperada por el último Festival de Cannes, podremos ver esta "elegía romántica y melancólica", según The New York Times.

Bruce Weber, famoso por sus campañas publicitarias, relató en Cannes que en un principio la idea era hacer unas fotos a Chet Baker, luego un cortometraje de tres minutos, y que, fascinado por el personaje, el proyecto acabó siendo un documental de casi dos horas. “Siempre me ha gustado la gente complicada y él lo era, y mucho.”

El 13 de diciembre de 1988 Chet Baker fue encontrado destrozado en la acera de la calle Prins Hendrikkade, en el centro de Ámsterdam. Había caído, o había sido arrojado (un ajuste de cuentas, según algunos), desde la tercera planta del hotel Prins Hendrik. En cualquier caso la droga acabó finalmente con su vida. En la habitación, entre las pocas pertenencias que dejó, su trompeta. Murió arruinado. Weber pagó su funeral en Nueva York.

El director del documental se encontraba acabando el montaje cuando murió el trompetista. En ese mismo momento la película adquirió la categoría de testamento vital de un músico que, según sus biógrafos, había dedicado su existencia a “tocar música, amar a las mujeres y chutarse”.

La mejor manera de conocer a tan fascinante y complicado músico y cantante, además de ver esta película, es leer sus memorias.

Como si tuviera alas, Las memorias perdidas (As Though I Had Wings. The Lost Memoir, 1997) es el poético y sarcástico título de su breve y fragmentaria autobiografía, encontrada tras su muerte.

Chesney Henry Baker, Jr. nació en 1929 en Yale, Oklahoma, pero pronto su familia se trasladó a vivir a California. Chet Baker recuerda cómo su padre le regaló un trombón cuando tenía trece años, pero que como era pequeño para su edad la boquilla le quedaba demasiado grande. Dos semanas después lo dejó por una trompeta, el instrumento que le haría célebre y que comenzaría a tocar en la banda de la escuela.

“Desencantado con las clases” se pasaba el día en la playa. Las faltas de asistencia provocaron el enfado de sus padres. Tras algunas discusiones por ese motivo decidió alistarse en el ejército. Con diecisiete años partió con la 298ª Army Band hacia el Berlín de la posguerra, donde curiosamente descubrió el jazz de vanguardia escuchando emisoras musicales.

De vuelta a EEUU, en 1948 estudia música en El Camino Collage sin demasiado éxito porque nunca aprendió a leer las partituras, siempre tocó de oído. En esta época comenzó a actuar en clubs y conoció a Jimmy Rowles, pianista que le enseñó “la importancia de mantener la sencillez al tocar”, característica que le acompañaría siempre, tanto como trompetista como cantante.

Tras trabajar con Stan Getz, en 1952 se presentó a una audición en el Tiffany Club de Hollywood. Charlie Parker buscaba trompetista para una gira por California. Chet Baker tocó dos temas con el mítico saxofonista, que, rápidamente lo contrató. Según Baker, fue un éxito continuo. Las salas se llenaban hasta la bandera. Bird “los hacía felices, los hacía bailar, los divertía con sus ideas, con su corazón. El público lo amaba.” Para Baker, “era increíble estar en el escenario con Bird”, que siempre lo “trató como a un hijo”. Él, en correspondencia, lo llevaba en los descansos a comer tacos con salsa verde. "Se zampaba media docena. Le encantaban."


Charlie Parker, Harry Babison, Chet Baker, Helen Carr. Tiffany Club, Los Angeles, 1952. Foto de William Claxton

Cuando Bird vuelve a Nueva York, Chet formó con Gerry Mulligan, Chico Hamilton y Bob Whitlock la banda más legendaria del jazz de la Costa Oeste de EEUU. “La banda funcionó como un reloj desde el principio gracias a la dirección de Gerry.” Testimonio de ello es la recopilación The Best of The Gerry Mulligan Quartet With Chet Baker (Pacific Jazz), considerado entre los mejores discos de la historia del jazz, y que incluye el clásico My Funny Valentine.


En esta época, Baker y Mulligan tienen problemas con la policía a causa de la droga. Son detenidos y Mulligan, incluso, fija su residencia en prisión durante varios meses. Se deshace la banda.

A partir de este momento, sus memorias tienen poco de musical y mucho de relato policial. Baker reconocer estar totalmente enganchado. Es arrestado varias veces. Se somete a curas de desintoxicación. En 1959 tras pasar cuatro meses en prisión decide “largarse” a Europa, donde visita las cárceles y comisarías de Italia (15 meses de prisión), Alemania, Francia y Reino Unido. En Inglaterra conseguía la heroína y la cocaína en la farmacia con receta médica. “Me sentí de maravilla con aquel viejo sistema inglés de prescripciones facultativas”, afirma de manera socarrona.

Las memorias terminan en diciembre de 1963. Baker está en Barcelona. Tiene contrato en un club de jazz nuevo y sigue buscando médicos que le receten sus “medicinas”.

Chet Baker: Como si tuviera alas, Las memorias perdidas, Mondadori, 1999.


No hay comentarios: