Microscopio del Dr. Winter pudo comprobar in situ que, efectivamente, el toro había desaparecido y no por arte de magia precisamente. Días después fue sustituido por otro nuevo. Os presento una fotografía de prueba.
Recordemos que el famoso toro de Osborne fue amnistiado cuando se prohibió la publicidad junto a las carreteras españolas (para no distraernos durante la conducción, nos dijeron. Tiempos aquellos pre carnet por puntos: ahora se cuestiona el uso del GPS). Desde entonces, ha pasado no sólo a amenizar nuestros viajes, sino a convertirse en todo un símbolo de nuestras esencias. ¡Viva el tópico! ¡Y luego nos molestamos cuando se nos representa por ahí fuera vestidos de toreros o sevillanas, cantando flamenco o comiendo paella! Por un momento me imagino a los dos chorizos como integrantes de algún grupo antisistema, y a esforzados funcionarios del Ministerio de Cultura reponiéndolo con prontitud. Pero no: resulta ser algo pasajero. Efectos de la canícula, quizá.
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1 comentario:
¿El Dr. Winter, supongo?
Hola Julián, soy Tomás. He echado un vistazo a tu blog y lo considero muy interesante; he visto, además, que coincidimos en lugares literarios y musicales, por lo que prometo convertirme en asiduo visitante. Por cierto, he estado durante las dos últimas semanas en Santa Pola y he visto con mis propios ojos el toro de osborde cada día ¿cuándo sucedieron los hechos? Es una idea estupenda para un relato breve,a lo Cortazar.
Un saludo.
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