29 de mayo de 2011

Thomas Pynchon: Vicio propio


Recordemos, para calibrar su importancia, que Thomas Pynchon (1937) es un novelista estadounidense que, aun estando vivo, aparece en los manuales de literatura universal y cuya obra se estudia en las universidades. Hasta la fecha es autor de siete novelas cuya dificultad formal se equipara a la de la prosa de James Joyce. Una de ellas, El arco iris de la gravedad (1973), es considerada por la crítica como una de las mejores novelas norteamericanas del siglo XX. A pesar de ello, fue rechazada para el Premio Pulitzer por "ilegible, sobreescrita y obscena." Cuando esa obra obtuvo el National Book Award, envió a recoger el premio a un payaso. Y es que su fobia a los medios de comunicación, a la promoción editorial y a los devaneos de la fama es similar a la de J. D. Salinger. No se conocen imágenes suyas desde hace décadas, y en sus libros, en vez de fotografía, aparece un rectángulo en blanco tachado por un aspa.

Para sorpresa de sus seguidores y de la crítica, Vicio propio (Inherent Vice, 2009), su última novela, adopta las estructuras de la novela negra; pero que nadie espere un relado estándar de detectives, policías y malhechores porque más bien parece que Pynchon pretenda dinamitar el género o, al menos, desteñirlo con su prolongada y ácida ironía.

La acción transcurre en Los Angeles de la psicodelia de finales de los años 60. Doc Sportello, el protagonista, es un detective hippy propietario y único empleado de la agencia LSD INVESTIGATIONS. Acostumbrado a partirse “el culo por tipos que, si alguna vez llegaban a pagarle algo, sería media onza de maría o puede que una breve sonrisa, tan prolongada como verdadera.”

Tras un año sin verla, recibe la visita de Shasta, su anterior novia, que le pide que busque a su desaparecido amante, millonario promotor inmobiliario. Fumando canuto tras canuto, intentando no perder el buen karma, acompañado por sus alucinados colegas, preguntando por aquí y por allá a una larga serie de personajes más o menos colgados, tocando las narices a los inevitables agentes del LAPD y del FBI, Doc inicia una investigación laberíntica con una decena de ramificaciones y con la permanente sensación de estar “haciendo el gilipollas”.

Vicio propio es una magistral recreación de la California hippy del haz el amor y no la guerra, de la época del gobernador Ronald Reagan, del presidente Nixon, de la guerra de Vietnam, de los asesinatos de Charles Manson, de la música surf...

Una novela sorprendente de magnífica prosa que tan pronto provoca la carcajada como el desconcierto, exigente con el lector, al que obliga a un esfuerzo mantenido por no perder la coherencia de la narración.

Thomas Pynchon: Vicio propio, Tusquets Editores, 2011.

3 de mayo de 2011

Tokio Blues (Norwegian wood)


En el inicio de la novela, mientras el avión desciende para aterrizar en el aeropuerto de Hamburgo, suena una versión de Norwegian Wood de los Beatles que conmociona a Toru Watanabe, el protagonista. Su memoria retrocede dieciocho años hasta recordar con nitidez un verde prado en el que paseaba con Naoko, para recobrar sentimientos que pensaba jamás volverían.

El ejercicio de recuperación del tiempo perdido que es Tokio Blues (Norwegian Wood) se difumina en la versión cinematográfica, centrada en el final de la adolescencia de los protagonistas. A pesar de esta importante diferencia estructural la película es fiel al espíritu de la novela y a su galería de personajes solitarios.

Veinticuatro años después de su publicación, y tras haberse negado una y otra vez, Haruki Murakami ha aceptado por fin que su novela sea adaptada al cine, e incluso ha colaborado en el guion. Quien ha conseguido realizar el proyecto, con indudable acierto, es el director franco-vietnamita Tran Anh Hung (El olor de la papaya verde, Cyclo, Pleno verano). El resultado es un película excelente, de dolorosa belleza, empapada de trágica melancolía, destinada a espíritus sensibles.

Especial mención merece la fotografía. Dominan los primerísimos planos que penetran en el alma de los protagonistas o las secuencias que reflejan una naturaleza que participa de las emociones de los personajes y que reproducen de manera sorprendentemente fiel las imágenes imaginadas al leer la novela. 

En cuanto a la banda sonora, destacan las composiciones de Jonny Greenwood, guitarrista de Radiohead, o los temas del rescatado grupo alemán Can.

Muy recomendable.


Título: Tokio Blues (Norwegian Wood)
Título original: Noruwei no mori
Dirección: Anh Hung Tran
País: Japón
Año: 2010
Fecha de estreno: 29/04/2011
Duración: 100 min.
Género: Drama, Romance
Reparto: Rinko Kikuchi, Ken'ichi Matsuyama, Kiko Mizuhara, Kengo Kora, Tetsuji Tamayama, Reika Kirishima, Eriko Hatsune
Guión: Anh Hung Tran
Web: www.norway-mori.com
Distribuidora: Vertigo Films
Productora: Toho Company, Fuji Television Network, Asmik Ace Entertainment


Jeff Buckley: Grace

1 de mayo de 2011

Philip Roth: Némesis


Tras las encontradas opiniones que suscitó La humillación (2009), la anterior novela de Philip Roth, Némesis (2010) ha sido recibida con muy elogiosas críticas y también, cómo no, alguna disidencia.

En Némesis la peste asola la ciudad; pero la acción no transcurre en Tebas, sino en Newark (Nueva Jersey) durante el sofocante verano de 1944. Una epidemia de poliomielitis se está cebando con los niños. El número de fallecidos crece alarmantemente y el pánico se extiende entre la población. Y con el miedo afloran los prejuicios, el odio y la ignorancia, ¿no es en definitiva todo lo mismo? Los transmisores de la enfermedad, se dice, son los judíos, o los italianos, o los helados, o el correo, o el dinero, o la leche, o las granjas de cerdos, o un disminuido mental que no se lava las manos. 

El héroe protagonista, a pesar de no haber conocido a sus padres y de, ironía, sus problemas de visión, poco tiene en común con Edipo. Se trata de Eugene Bucky Cantor, profesor de educación física que dirige una centro de verano para niños judíos. Joven frustrado y avergonzado por haber sido declarado no apto al día siguiente del ataque japonés a Pearl Harbor debido a su miopía cuando pretendió alistarse como soldado para defender a su país en la guerra. 

Dista mucho Bucky Cantor del héroe trágico clásico, a pesar de su corrección y de su admirable entrega como defensor en contra de la epidemia de los mejores niños del mundo (el inevitable patriotismo estadounidense). Entonces, ¿por qué sufre la némesis de los dioses? ¿En qué consiste su desmesura (la hybris de la tragedia griega)? ¿Quizá porque su cólera va dirigida “contra Dios, que creó los virus” y que se complace en matar y en lisiar niños? Víctima del destino, no acierta a comprender Cantor lo que ocurre porque en realidad no hay dioses, nos viene a decir Roth, como tampoco hay héroes. 
“Unas veces tienes suerte y otras no. Toda biografía está sujeta al azar y, empezando por la misma idea, el azar –la tiranía de la contingencia- lo es todo... El señor Cantor se refería al azar cuando censuraba aquello que él llamaba Dios.” (p.182)

En su desasosegante reflexión existencial sobre la enfermedad y la muerte se acerca Némesis a algunas de las más cercanas novelas de Roth (Elegía, El animal moribundo). Formalmente, avanza la narración de forma lineal y precisa hasta un brillante quiebro en la voz narrativa, recurso habitual en la prosa de Roth, que nos remite directamente a sus mejores novelas (Me casé con un comunista, La mancha humana o Sale el espectro).

Muy recomendable.

PHILIP ROTH: Némesis, Mondadori, Barcelona, 2011.

River Man

Nick Drake publicó en 1969 Five Leaves Left (Island Records). El disco incluía River Man, una auténtica maravilla.     




Está es la versión de River Man de Brad Mehldau, pieza habitual en sus conciertos. Brad Mehldau (piano) está acompañado por Larry Grenadier (contrabajo) y Jeff Ballard (batería).