18 de agosto de 2007

Abbey y Max

Uno de los discos que más frecuento este verano es Abbey sings Abbey, la última obra de Abbey Lincoln. Se trata de un disco de nuevas versiones de algunas de sus mejores composiciones. Lo primero que sorprende son los nuevos arreglos. En ocasiones con aires countries o hawaianos y con la presencia de la guitarra (de Larry Campbell, habitual de Dylan o Costello), del acordeón o del cello. En tiempos de tanta fácil mediocridad encontramos un disco imprescindible de gran belleza y sensibilidad. Otra encarecida recomendación de Microscopio del Dr. Winter.
El azar ha querido que esta misma semana haya fallecido Max Roach, su marido durante cerca de diez años. En las reseñas cronológicas que he leído sobre el baterista no se menciona la relación entre ellos, así que aprovecho para señalarlo.
Max Roach era representante de esa mítica generación de músicos que forjó el jazz tal y como hoy lo conocemos. Colaboró con figuras esenciales como Coleman Hawkins, Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Thelonius Monk o Miles Davis. En las enciclopedias aparece como un batería de gran técnica que impulsó los movimientos renovadores del bebop y del hard bop; pero prefiero destacar aquí su compromiso político en defensa de los derechos civiles de los afroamericanos, que se plasma en un disco de 1960: We insist! Freedom Now Suite. Pues bien, en esta obra canta Abbey Lincoln. Un par de años después se casaron. Ella reconoce que Max la ayudó a “encontrarse” política y artísticamente.
Abbey Lincoln es otra leyenda, en este caso viva, del jazz. En sus inicios conoció a Louis Armstrong o a Billie Holliday, de la que se confiesa admiradora y a la que dedicó un disco de homenaje. Durante sus más de 50 años de carrera ha trabajado con figuras esenciales como Eric Dolphy, Sonny Rollins, Benny Carter, Coleman Hawkins... o, cómo no, Max Roach.
Compositora y letrista de muchas de sus piezas. se ha dedicado, además, a la poesía, a las artes plásticas, al cine y, sobre todo, a la defensa de los derechos humanos y a la lucha contra la discriminación racial. Durante un tiempo y tras un largo viaje por África cambió su nombre por el de Aminata Moseka para indicar su compromiso político. Por cierto, su nombre real es Anna Marie Wooldridge
Mi disco favorito de Abbey Lincoln es A turtle’s dream que grabó en 1994 con la colaboración, entre otros, de Roy Hargrove, Kenny Barron, Lucky Peterson, Charlie Haden, Pat Metheny... (¡casi nada!) Esta obra incluye canciones sobrecogedoras como Should’ve been, o como la versión de Avec le temps, superior en mi opinión a la original de Leo Ferré.

El Palacio del Rey Mayall


Microscopio del Dr. Winter estuvo con John Mayall en su concierto de San Javier (Murcia). Muy amable, nos firmó una camiseta conmemorativa de su Summer Tour 2007 que presenta su último disco In the Palace of The King.
Durante la actuación, Mayall, junto con sus inseparables y competentes The Bluesbreakers (Buddy Whittington, guitarra; Joe Yuele, batería; y Hendrick Van Sickle, bajo), demostró encontrarse en plena forma y seguir siendo el Rey del blues europeo. Inolvidable concierto de un mito musical.

Esta historia

"Necesitaba saber si las noches febriles pasadas en la oscuridad, recordando los besos del conde, eran el castigo por haber pecado contra la vida o la recompensa por haber tenido el coraje de vivirla. Arrodillada allí, en el suelo, en mitad del campo, habría agradecido saber si era inocente. Si lo eran todos, y para siempre."

Alessandro Baricco: Esta historia, Anagrama, 2007. La edición original es de 2005.

Irregular se muestra Baricco en su última novela. En pocas páginas pasa de la maestría narrativa al ladrillo más indigesto. Me parece uno de esos autores sobrevalorados, a pesar de la muy loada Seda, que no me atrevo a releer porque temo que, ahora, me decepcionaría.

Pequeña digresión: la anterior cita me trae a la memoria unos versos de una canción de Fito:

"Como venganza de la buena de la buena suerte,
o recompensa de la mala vida
de la cabeza me arrancaron cables
para meter las cosas que antes no me cabían."
(Sobra la luz)

El largo adiós

Releído en el fragor de la noche estival:

"Bajé al drugstore, me comí un sándwich de ensalada de pollo y bebí un poco de café. El café era de segunda mano y el sándwich tan sabroso como un trozo de camisa vieja. Los norteamericanos se comen cualquier porquería con tal de esté tostada, sujeta con un par de mondadientes y se le salga la lechuga por uno de los lados, mejor aún si está un poquito lacia."

Extraído de El largo adiós de Raymond Chandler. Una lectura siempre aconsejable. Por cierto, la obra es de 1953.
Otra cita de esta novela:

"No hay trampa más mortífera que la que se tiende uno a sí mismo."

Nota: No se refiere al sándwich de pollo de antes, eh, sino a algo más existencial.