11 de mayo de 2010

Philip Roth: La humillación


La humillación (The Humbling, 2009) es la última novela de Philip Roth (1933). El protagonista, Simon Axler, un prestigioso actor norteamericano de teatro clásico pierde a sus más de sesenta años su talento para interpretar. De repente, ha fracasado, su magia se ha esfumado. Su desmoronamiento es “colosal”. Todos los días piensa en suicidarse con la Remington 870 que guarda en el desván, pero incluso eso le parece una mala actuación.

Desde que tenía tres o cuatro años, a lo largo de toda su vida, ha tenido “la sensación de que se hallaba en una representación teatral.” El teatro es el único sentido de su vida y ahora, cuando comprende como en el poema de Jaime Gil de Biedma que “envejecer, morir, es el único argumento de la obra”, se encuentra vacío y literalmente solo.

La terapia psiquiátrica apenas le procura un leve consuelo. En estas circunstancias reaparece en su vida una joven, hija de unos amigos, con la que recupera la pasión sexual. Encuentra en la pulsión primordial del deseo erótico su única esperanza. Y como náufrago que es, se aferra a su última oportunidad con desesperación, sin condiciones, con ciego abandono, aunque no ignora que el fracaso, ahora sí, puede ser definitivo. Al final, su última representación teatral resulta patética (el inexorable pathos de la tragedia).

Ya en su primera obra publicada, la colección de relatos Goodbye, Columbus (1959), Philip Roth marcaba dos de los ejes temáticos de su narrativa: el deseo sexual y la identidad cultural judía. Con El mal de Portnoy (1969), su novela más conocida y la que le dio fama de la noche al día, ahondaba de forma lúcida, hilarante y corrosiva en ambos temas. Si en sus obras de madurez el deseo erótico era para Roth un caudal vital irrefrenable, en sus últimas novelas, cumplidos ya 70 años, la pasión sexual resulta ser la única tabla de salvación, la justificación, incluso, de la existencia.

En la no muy lejana El animal moribundo (2001, llevada al cine por Isabel Coixet como Elegía) Roth narra, nos hace reflexionar, sobre el deseo, la vejez, la enfermedad y la muerte. Cuando al final de la partida el jaque mate de Tánatos es inevitable, Eros se niega a abandonar porque “El sexo no es solo fricción y diversión superficial. El sexo es también la venganza contra la muerte. No te le olvides de la muerte. No la olvides jamás. Sí, también el poder del sexo es limitado. Sé muy bien lo limitado que es. Pero, dime, ¿qué poder es mayor que el suyo?”

Coinciden El animal moribundo y La humillación en esta idea; pero si en la primera había una agridulce reflexión sobre la naturaleza humana, en la segunda domina una crudeza desolada y una amargura que se manifiesta, por ejemplo, en un claro distanciamiento del autor con su personaje, que en definitiva es alguien sin verdadera identidad, un actor que al final de la obra descubre ser “un pequeño ser ridículo, débil y desacreditado.”

Philip Roth, un referente indiscutible de la narrativa actual, demuestra, aunque le duela a cierta crítica, no haber perdido su magia.

Philip Roth: La humillación, Mondadori, Barcelona, 2010

2 comentarios:

ariel-conlaluna dijo...

Qué buena reseña colega, y no estoy sorprendido, es lo habitual en tu blog, Saludos desde México.

Josefina dijo...

Un placer la lectura de la reseña. Además me pone en contacto con otras obras del autor. Me interesa conocer más obras.