2 de diciembre de 2007

The Lincoln Lawyer

Michael Connelly, creador de Harry Bosch, el Philiph Marlowe de nuestros inciertos tiempos amenazados por el cambio climático, es considerado por unanimidad uno de los mejores autores estadounidenses actuales de novela negra. En mi opinión, el mejor: varios cuerpos por delante del excesivo James Ellroy (magnífica L.A. Confidential) o del irregular Dennis Lehane (magistral Mystic River, infumable Shutter Island). El propio Connelly se reconoce seguidor del maestro Raymond Chandler, lo que de entrada es una garantía. Vamos, que ha seguido el sabio consejo “arrímate a los buenos, y serás uno de ellos” del Lazarillo de Tormes.

Pues bien, después de la habitual demora de un par de años se ha publicado en nuestra piel de toro una nueva novela de Connelly. El título original es The Lincoln Lawyer (2005). Aquí se publica como El inocente.


Antes de seguir avanzando, dos comentarios previos. En primer lugar, no entiendo por qué Ediciones B nos castiga a los seguidores de Connelly con su pereza editora y tenemos que esperar varios años para leer traducidas sus novelas. Echo Park (2006) se publicará en español en marzo de 2008. Antes aparecerá en checo, sueco o búlgaro (y eso que somos una gran potencia editorial por aquello del mercado sudamericano). Para The Overlook (2007) no hay ni fecha prevista. ¿Qué hacemos los adictos para aliviar la desasosegada espera? Buscarnos la vida y comprarlas en países más civilizados. Así que yo ya las he leído sin tener que esperar meses. Ya os comentaré otro día.

Segunda cuestión previa: la caprichosa traducción del título. Coincidencia: El inocente de Mario Lacruz fue una novela española precursora del género negro publicada en 1953. A la editorial le parece un título más vendedor que El abogado del Lincoln, más fiel al original. En mi opinión, ya se ha adulterado de entrada el sentido de la obra.

El escenario de la novela: Los Ángeles, metáfora de nuestro mundo, donde en un solo año se producen 140.000 detenciones por delitos graves y 50.000 por faltas relacionadas con drogas y delitos sexuales; pero esta vez el protagonista no es el detective Harry Bosch, sino Michael Haller, un abogado que nunca pisa su bufete, que, conducido por su chófer, se desplaza de juzgado en juzgado en uno de sus varios Lincoln Town Car (la limusina de la foto), y que antes de preguntar a sus clientes por los delitos imputados les anuncia sus pingües honorarios.
No voy a desvelarte nada del argumento, que cuenta entre sus mejores ingredientes con una variada y bien sazonada presencia de camellos, prostitutas, violadores, psicópatas, estafadores, vividores... Junto a ellos, los inevitables policías, abogados, fiscales, jueces... muchos de ellos corruptos. Uno de los delicuentes le replica a Haller: “Joder, tendría que haber ido a la facultad de Derecho. Tú eres un estafador como yo.” En medio de toda esta fauna la inesperada presencia de un inocente (“algo tan raro como un verdadero milagro”) produce una reacción en cadena que golpea en pleno rostro al abogado y desencadena nuevas tragedias.

Aprovecho la ocasión para presentarte mi sitio web sobre Harry Bosch, donde podrás leer que Harry Bosch y Michael Haller son hermanos de padre (un famoso abogado); aunque sólo hayan coincidido en una ocasión. Tengo la intuición de que los encontraremos juntos en alguna próxima novela.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicidades por tu página de Harry Bosch