10 de septiembre de 2009

Mapa de los sonidos de Tokio


De entrada, hago constar mi admiración por las películas de Isabel Coixet, a la que últimamente se está atacando sin sentido, incluso por algo tan absurdo como el tipo de gafas que usa.

En el ámbito estrictamente cinematográfico, Isabel Coixet con Cosas que nunca te dije (1996) o A los que aman (1998) nos demostró que otra forma de hacer cine en España era posible. En los últimos años con Mi vida sin mí (2003) y la sobrecogedora La vida secreta de las palabras (2005) nos había confirmado su madurez, talento y sensibilidad.

En su última película, Mapa de los sonidos de Tokio (2009), Min Tanaka, técnico de sonido, nos narra su silenciosa relación platónica y zen con Ryu, una solitaria joven que trabaja en el mercado del pescado de Tokio y que además ejerce a ratos libres como asesina a sueldo. Por ello, es contratada por un poderoso empresario para que mate a David, un catalán que regenta una tienda de vinos, ya que lo cree responsable del suicidio de su hija Midori (evidente referencia al personaje de Haruki Murakmi). Ryu no puede cumplir el encargo porque se enamora del desolado (¿?) David.

Coixet ha catalogado Mapa de los sonidos de Tokio como thriller romántico y sentimental y como la más trágica de sus obras. A ratos es una película sugerente, pero en su conjunto es fallida y en gran medida decepcionante. Y es decepcionante sobre todo porque no consigue emocionarnos en ningún momento, a pesar de su intención sentimental.

La película es un drama poblado de personajes solitarios que sufren. Sin embargo, tanto dolor sin esperanza nos deja, ¿cómo puede ser posible?, indiferentes. Asistimos impasibles a la desesperación del padre que ha perdido a su única hija, al impostado dolor del protagonista masculino cuya novia se ha suicidado, a la herida sangrante de Ryu que ama sin ser correspondida, y al autismo platónico de otros dos personajes.

Elegy (2008), la anterior película de Coixet, también trataba, aunque de forma más reflexiva, sobre la vida y la muerte, sobre el sexo, sobre el amor y el desamor, sobre el sufrimiento… y conseguía transmitirnos pasión e intensidad mientras nos sumergía en las oscuras aguas de la tragedia de vivir. ¿Por qué en esta película no consigue hacer hago semejante?

Quizá la diferencia resida en la solidez del guión de Elegy, basado en la novela breve de Philiph Roth El animal moribundo (The Dying Animal, 2001) en la que el profesor Kepesh es la viva representación del animal moribundo que es toda persona es. Nada que ver con la endeblez argumental de Mapa de los sonidos de Tokio, más esquemática y de previsible desenlace. Chirría especialmente la caracterización del protagonista masculino, nada hondo ni creíble. La interpretación de Sergi López contribuye en buena medida a ello.

En mi opinión, lo peor de todo es que la séptima película de Coixet se consume en su apuesta por un esteticismo formal y un manierismo inane muy habitual en el cine de autor y cuyo rasgo más significativo es la acumulación de referentes personales y culturales queridos por el director, pero que en ocasiones poco dicen al espectador, y que en este caso resultan ser triviales.

Dos ejemplos de esta afirmación. Por un lado, la evidente referencia al cine de Wong Kar Wai, por el que Isabel Coixet ha manifestado en ocasiones debilidad. Formalmente hay bastante del cineasta honkonés en esta película, pero a un nivel muy superficial y evidente: las escenas nocturas, los neones, la gama de colores, los movimientos de la cámara al hombro, el tipo de encuadre…

Por otro lado, el pretendido homenaje a Tokio y a la cultura japonesa se queda en lo más tópico: el karaoke (gratuita interpretación de Enjoy The Silence, de Depeche Mode), el sushi, el ramen, los love hotels, las aglomeraciones, las tragaperras (pachinko), hasta los paraguas para perro…

En fin, una película que no funciona. Incluso One Dove la canción de Anthony and the Johnsons que cierra el filme parece fuera de sitio.

2 comentarios:

Pilar Turiso dijo...

Enhorabuena por esta estupenda crítica. Estoy de acuerdo contigo. Esta película te deja fría, no emociona y lo peor es que te decepciona.
Pilar

Lucía dijo...

Sí, le falta emoción y le sobra Sergi López. La historia y los personajes están bien, pero falta ese toque personal suyo con el que consiguió sorprendernos y atraparnos en sus anteriores películas. Si pudiese hablar con ella personalmente le preguntaría por qué eligió a López para ese papel, no encaja, ni él ni su voz, toda su interpretación suena a falso a vacío, ¿será porque el resto de actores están doblados y él no? Lo mejor es la fotografía y la banda sonora.
Un saludo.