Clara Janés: Los números oscuros, Ediciones Siruela.
Ha relatado Clara Janés que paseando por un bosque vio cómo caían cortezas de los árboles mientras mariposas negras volaban hacia lo alto. «Aquel paisaje me hizo pensar en el contraste entre lo que es la elevación, y por tanto el sentimiento más puro del hombre, con lo que cae, que es lo oscuro.”
Ése fue el origen de su libro Los números oscuros, colección de poemas en prosa que obtuvo el XXI Premio Internacional de Poesía Barcarola.
Para Clara Janés la poesía es secreto. Los números, las cifras, las metáforas intentan expresar nuestro precario conocimiento de los secretos del universo y de los misterios, más insondables incluso, del alma humana.
Hojeo Los números secretos (puedo sentir el tacto de un ejemplar en rústica de El libro de los pájaros que guardo en la memoria) y elijo este poema:
Del espejismo
Brillaban las Pléyades y con sus destellos borraban la sangre. Toda la noche estuvieron así, purificando la tierra. Y las arenas quedaron limpias y su blancura emanó la posibilidad tras el olvido. “Vuela”, dije a la rosa, armada con sus espinas. Y voló con su envoltura de aire. Y vi la ecuación oculta claramente dibujada en su centro y entendí las cifras.
Ha relatado Clara Janés que paseando por un bosque vio cómo caían cortezas de los árboles mientras mariposas negras volaban hacia lo alto. «Aquel paisaje me hizo pensar en el contraste entre lo que es la elevación, y por tanto el sentimiento más puro del hombre, con lo que cae, que es lo oscuro.”
Ése fue el origen de su libro Los números oscuros, colección de poemas en prosa que obtuvo el XXI Premio Internacional de Poesía Barcarola.
Para Clara Janés la poesía es secreto. Los números, las cifras, las metáforas intentan expresar nuestro precario conocimiento de los secretos del universo y de los misterios, más insondables incluso, del alma humana.
Hojeo Los números secretos (puedo sentir el tacto de un ejemplar en rústica de El libro de los pájaros que guardo en la memoria) y elijo este poema:
Del espejismo
Brillaban las Pléyades y con sus destellos borraban la sangre. Toda la noche estuvieron así, purificando la tierra. Y las arenas quedaron limpias y su blancura emanó la posibilidad tras el olvido. “Vuela”, dije a la rosa, armada con sus espinas. Y voló con su envoltura de aire. Y vi la ecuación oculta claramente dibujada en su centro y entendí las cifras.
(Clara Janés)
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